viernes, 15 de mayo de 2009

Darwin y la Iglesia. Una aclaración



En el coloquio posterior a una reciente conferencia en Murcia sobre Darwin, preguntaba un asistente por la postura de la Iglesia frente a la teoría de la evolución, y otro asistente a la conferencia, un hombre algo airado, aprovechaba para atacar a la Iglesia con la tan manida como falsa acusación de oscurantismo, persecución del conocimiento y de la ciencia, y que más le valía permanecer callada. 

El caso es que el que permaneció callado fue el auditorio, conferenciante incluido, demostrando un perfecto desconocimiento de lo que la Iglesia, a la que seguro que muchos de ellos dicen pertenecer, opina respecto a Darwin y el evolucionismo. 

Lo que dice la Iglesia es que la Biblia tiene el cometido de llevarnos al cielo, no describir verdades científicas, que evolución y creación de Dios son compatibles (“Humani Géneris”, 1950) y que la evolución presupone la creación, y la creación se presenta a la luz de la evolución como un suceso que se extiende en el tiempo (Juan Pablo II). Desde el punto de vista de la Iglesia las verdades científicas no pueden contradecir la Verdad absoluta, y si Dios es omnipotente – si no, no sería Dios- nada le impedía incluir en su diseño creador la selección natural. Es decir, que no existen obstáculos entre la fe y la teoría de la evolución, siempre que ésta no se utilice como una herramienta más para atacar a la Iglesia Católica, considerándola como la prueba irrefutable de la inexistencia de Dios, lo que ni fue pretendido por Darwin ni puede considerarse como científico.

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